Camino de Gibralfaro, 11

Castillo de Gibralfaro


Este castillo es atribuido por algunos autores a los griegos, y por otros, a los fenicios. Pero en el periodo árabe fue cuando obtuvo importancia, por hallarse utilizado constantemente y por haber producido reparaciones. Hacia levante, bien encumbrado, existió un torreón, sobre el cual estaba el antiguo Pharo, del que parece que tomó nombre esta fortaleza. Había un gran recinto, mucho mayor que el de hoy, cercado por dos órdenes de muros, unos más altos que otros, torreados con almenas y circuidos por anchos y profundos fosos en todos sus lados. Tenía seis baluartes: dos cuadrados, dos hexagonales y dos circulares. Cuatro puertas en su muralla baja, recayentes, una a la alcazaba, otra al campo de la Victoria, otra al Mundo Nuevo y otra es la principal. La primera construcción tuvo efecto en 787 de la era cristiana, siendo rey cordobés Abderramán I. Había en el interior muchos aljibes, además del pozo Airón (construido en piedra viva). En la extensión que media entre dicho pozo, los almacenes, torre principal y otras del ángulo Norte, se hallaban unos baños, y al sudoeste, cerca de un antiguo aljibe, aparecía la mezquita, que fue convertida en capilla dedicada a San Luís, en cuyo día fue reconquistada Málaga por los cristianos. Dejando el pretendido origen griego de este encumbrado "castillo-faro" engrandecido por los romanos, destruido en el 409, para limitarnos a su construcción más cierta por los árabes, en planta irregular de la meseta del monte, con doble recinto primitivo completado y reforzado por Abderrahmán III hasta que los Omeyas lo convirtieron en grandiosa fortaleza inexpugnable.

Cronológicamente, el geógrafo Idrisi lo nombra a mediados del siglo XII. La fortificación según el visir granadino Ibn al-Jatib (1313-1374) se produjo en época del monarca Yusuf I (1333-1354) que construyó, o más bien, reedificó esta fortaleza.